Por José Manuel Rodríguez Benavente.EL CAMACHUELO MEJICANO

EXPERIENCIA CON EL CAMACHUELO MEJICANO
(Carpodacus Mexicanus).

En un viaje a un concurso de Torrevieja vi unos pájaros del tamaño de un canario;
pero de aspecto más erguido, mucho más fiero, pico más fuerte, aunque sabían estar en
la jaula, ya que a la vez mostraban cierta docilidad. Lo que más me llamó la atención fue
sus pechos rojos carmín y fijándome bien sus hombros y obispillo, casi como un canario
de categoría mosaico. A la vez había otros menos vistosos, con menos rojo que eran las
hembras según me informaron posteriormente, aunque yo ya intuía eso. Fue tal el interés
que despertaron en mi que enseguida pregunté a un organizador qué pájaro era ese y me
contestó que eran camachuelos mejicanos.
Pronto concerté una cita con un criador de canarios y exóticos amigo mío que poseía
algunos ejemplares de estos camachuelos para adquirir algunos si es que disponía de
ellos, consiguiendo que me cediese una pareja que según me dijo cada uno era de
distinta procedencia y por tanto no tendría problemas de fertilidad. Así fue como empecé
la cría de este pájaro, al que considero de los exóticos más interesantes por lo que
posteriormente comentaré.
Seguí con todo lujo de detalles las pautas que me dio para su cría el criador quien me
vendió la pareja e introduje algunas variaciones que creí convenientes.
En principio el Camachuelo Mejicano es una especie fácil de mantener en cautividad y
reproducirla, no es exigente en la alimentación y es resistente a las enfermedades, por lo
que a mi me ha aportado muchas satisfacciones.
La pareja que conseguí la puse en un jaulón de malla electrosoldada construido por mi,
de dimensiones 1 metro de largo por medio de alto y medio de profundo, al que se
adaptaron con facilidad, mixtura comercial de la que uso para los canarios y pasta al
huevo mórbida, a la que siempre refuerzo con complejos vitamínicos en polvo, con
semillas germinadas dos veces por semana, tal y como hago con los canarios, hueso de
jibia y grit calcáreo una vez por semana; además les ponía a su disposición durante dos
días a la semana una bañera interior, aun en los días mas fríos, que aprovechaban y
esperaban con gran impaciencia. Con esta alimentación y cuidados se mantuvieron
perfectamente todo el invierno a temperatura ambiente sin necesidad de calefacción y el
mismo habitáculo en el que crío habitualmente mis canarios y híbridos.
Llegada la primavera se colocó en la jaula un nido de tipo canario de interior y un
peletero con pelo de cabra a disposición, no mostrando al principio ninguna curiosidad
hacia él. El celo se presentó más tardío que en los canarios por lo que al principio
pensaba que no iba a ser capaz de criar; pero a mediados de junio la hembra metió en el
nido unas briznas de pelo de cabra e inició una puesta de cinco huevos que no incubó;
pero que puse a una canaria para ver si ella los sacaba. De los cinco huevos tres fueron
fértiles y al décimotercer día salieron los tres pichones que se desarrollaron sin
dificultades atendidos por la canaria que hacía de nodriza y resultaron ser tres hembras.
A los quince días empezó otra puesta de cuatro huevos que también no incubó y que
pasé a otra canaria, resultando fértiles dos de ellos que eclosionaron y se desarrollaron
de la misma manera que los anteriores.
El destete y la muda se llevó a buen término sin necesidad de cuidados especiales de
los que doy normalmente a los canarios y que me dan buenos resultados en la cría de los
mismos.
No pigmenté los pollos de nido si no una vez que ya comían solos y eran
independientes tal como me indicó el criador que me los cedió.
En los concursos de este año ya conseguí dos premios con los camachuelos mejicanos
que crié, aunque no pude mandarlos a todos ya que eran bastante inquietos y se
estropeaban el plumaje con facilidad en el jaulón de metro donde los tenía para la
preparación de los concursos por lo que les tenía que arrancar constantemente plumas y
algunas veces cuando llegaba el concurso al que pensaba enviarlos las tenían en
crecimiento y no los podía llevar.
Pensé que había tenido mucha suerte con la pareja, aunque no incubaron ningún huevo,
pero el que obtuviera con nodriza cinco pollos y mantuviese los mismos en perfecta
forma hasta la llegada de la primavera, así como a los padres demostraba que los
cuidados tenidos con ellos eran adecuados y que por tanto se podría repetir la
experiencia el próximo año teniendo unas expectativas fundadas de éxito.
Pues bien me puse en contacto con el mismo criador que me cedió la primera pareja el
año pasado para ver si le podría cambiar algún ejemplar de los míos por algunos de los
suyos, que a su vez cambió con otro amigo suyo que los había criado este año y de
donde procedían los suyos, constituyendo dos parejas más para empezar la cría este año
con estas dos y con la pareja del año pasado.
La cría se desarrolló como el año pasado consiguiendo una treintena de ejemplares de
buenas características que me dieron muchas satisfacciones en los concursos del otoñoinvierno
posterior. Sólo había un problema y era que necesitaba del orden de seis parejas
de canarios para incubar los huevos que las camachuelas ponían, ya que ninguna de ellas
tenía la intención de incubar ninguno de los que ponía aunque se los dejara en el nido
desde el primero de la puesta o se los cambiase por otros de plástico, ya que al día
siguiente de terminar la puesta ya no se volvían a meter en el nido y ante la posibilidad
de la rotura de los mismos me apresuraba a ponérselos a una canaria para que llevase a
buen fin la incubación.
Había conseguido criar un número muy elevado de pichones pero siempre con nodriza,
aún no había conseguido que ninguna camachuela se pusiera a incubar su propia puesta,
se conservaban con buena salud sin necesidad de unos cuidados excesivos y no
enfermaba ninguno aunque la canaria no los diera excesivamente bien de comer, pero el
pájaro me seguía pareciendo cada vez más interesante y decidí conservarlos y probar un
año más a ver si conseguía que las camachuelas se hicieran cargo de sus puestas y
sacaban adelante sus poyuelos.
Pero un día la cría dio un vuelco aun más interesante tras la llamada de un buen amigo
de ambos que nos informó que en una pajarería de Madrid había visto unos camachuelos
mejicanos brunos y que si estábamos interesados en la adquisición de los mismos nos los
compraría y los repartiríamos entre los dos. Había cuatro hembras y un macho, de los
que yo me quedé con dos hembras y mi amigo con dos hembras y un macho, con la
condición de cambiarnos ejemplares para la cría del año siguiente.
Suponiendo que la mutación bruna es recesiva y ligada al sexo, yo no tenía ninguna
oportunidad de sacar descendencia bruna el primer año; pero todos los ejemplares eran
del mismo criador, según las anillas y pensábamos que serían cosanguíneos ya que había
tres ejemplares hembra con anilla del año en curso y correlativas y una pareja de
sobreaño, por lo que pensábamos que era la pareja original y las crías de este año, por lo
que evitamos emparejar en cosanguinidad para que los ejemplares obtenidos no fueran
excesivamente débiles, ya que para sacar un mayor número de ejemplares mutados
podríamos haber juntado el macho con las cuatro hembras sucesivamente y con un
número suficiente de nodrizas hubiésemos obtenido un número importante de ejemplares
mutados.
Mis dos hembras brunas se mantuvieron en perfecto estado con los otros camachuelos
ancestrales con los mismos cuidados anteriormente expuestos y demostraron tener la
misma fortaleza y resistencia a las enfermedades que los ancestrales.
Llegada la primavera las emparejé con dos machos ancestrales para obtener machos
portadores para al año siguiente juntarlos con las hembras mutadas y empezar a obtener
ejemplares mutados. De una de ellas no conseguí que pusiera ningún huevo; pero de la
otra conseguí seis machos portadores de bruno y cinco hembras todos ellos con nodrizas
canarias, ya que presentó el mismo comportamiento que las demás hembras ancestrales
que tenía criando.
Por otro lado mi amigo emparejó el macho bruno con la hembra bruna que
sospechábamos que había sido su pareja y la otra hembra con un macho ancestral para
obtener portadores. De la primera pareja consiguió seis pájaros mutados, machos y
hembras, por lo que decidió aparear al macho bruno con una hembra ancestral para sacar
machos portadores de bruno y hembras brunas. Aquí vino la sorpresa cuando del
emparejamiento del macho bruno por la hembra ancestral obtuvo dos machos y dos
hembras ancestrales por lo que o la mutación no era la bruna como en el canario o no se
comportaba de la misma manera , ya que en el camachuelo se comportaba como recesiva
y libre. Extremo que fue corroborado al año siguiente con l apareamiento macho
portador por hembra portadora del que se obtuvo algún ejemplar mutado.
Anécdotas genéticas aparte, este año además de los portadores de bruno conseguí más
de cuarenta ejemplares con las tres parejas de ancestrales que preparé y las dos de macho
ancestral por hembra bruna, con los que obtuve igualmente muchas satisfacciones en los
concursos, que había que añadir a las que me aportaba la cría de los mismos, con lo que
informado de las mutaciones que se podían adquirir, compré a un importador de aves un
macho mutado faeo y una hembra portadora de la misma mutación, que puse a criar en
la primavera siguiente, aunque resultó que la hembra no era portadora ya que hasta la
fecha habrá ciado unos cincuenta pichones con machos faeos y portadores no obteniendo
ningún ejemplar mutado.
Con esto en la actualidad crío con ocho parejas de camachuelos mejicanos cuatro
ancestrales, tres brunos con portadores y una de faeos, obteniendo una cantidad bastante
alta de ejemplares, que con los mismos cuidados de los canarios, salen perfectamente
adelante, siendo ejemplares muy robustos y sanos.
Los dos años que llevo obteniendo gran cantidad de pichones he observado que dada
su naturaleza salvaje tienen tendencia al picaje cuando pones más de dos en un jaulón de
metro, por lo que para evitarlo pongo un macho y una hembra en los jaulones de metro
con unos diez canarios que tengo mudando en el mismo, consiguiendo que no se
estropee el plumaje, ya que así no hay picaje ni entre ellos ni con los canarios y así
conservan un plumaje mejor para los concursos, haciéndose más dóciles cada vez.
Sigo utilizando muchas nodrizas canarias para su cría, pero este año he conseguido que
las parejas que llevan más tiempo en mi aviario hayan conseguido criar por si solas,
demostrando ser excelentes madres, embuchando constantemente a sus pichones y
sacándoles adelante sin ningún tipo de problemas. Obviamente los ejemplares mutados
son algo más débiles que los ancestrales, tal y como ocurre en los canarios, aunque se
pueden criar con relativa facilidad.
Actualmente he oído hablar de la existencia de más mutaciones, ágata, pastel, etc...;
pero no las he visto ni aún en fotos, salvo una en que el ejemplar pierde todas sus
melaninas, incluso en el subplumaje, quedando la apariencia de lipocromo,
permaneciendo intactas las zonas de elección del mismo y que según he leído en un
artículo de una prestigiosa revista italiana parece ser que es la suma de la mutación faeo
con la bruna, que ellos denominan torba, ya que antes que yo se habían dado cuenta que
no era la bruna tal y como la conocemos en el canario y la denominaron de esa otra
manera para distiguirla, también he leído en la misma revista que la mutación torba es
alelomorfa de la faeo, tal como ocurre con el topacio y el faeo en el canario, por lo que
sería más conveniente llamarla topacio.
El año que viene intentaré comprobar este extremo con una hibridación de macho
torbo con hembra canaria topacio y con el acoplamiento de camachuelo macho faeo con
hembra torba o viceversa, de lo que os puedo dar relación, si se estima oportuno, en el
ejemplar de exótica del año próximo.
Dada mi afición a hibridar y observando que mi amigo había conseguido híbridos de
canario pastel isabel amarillo mosaico con hembra de carpodacus ancestral, llegando a
obteber algunas hembras mutadas en isabel pastel, me animé este año a probar el
camachuelo en su hibridación con el canario
He puesto tres tríos compuestos:el primero de Macho Camachuelo portador de faeo
con dos hembras de canario faeo rojo mosaico, obteniendo media docena de híbridos
mutados y otros tantos sin mutar; el segundo compuesto por macho de carpodacus
ancestral y dos hembras canarias negro rojo mosaico, de los que he obtenido unos seis
híbridos de fenotipo negro-bruno y un tercero en el que tuve que quitar una hembra de
igual que el anterior del que he conseguido un híbrido igual que con el trío anterior. He
de destacar que los huevos estaban casi todos pisados pero la muerte embrionaria de los
mismos es muy elevada debido probablemente a las diferencias genéticas de ambos
progenitores, aunque esta hibridación la calificaría de sencilla, a la vista de los
resultados obtenidos en primer año que se prueba. Puse tríos y no parejas por que el
macho de camachuelo mejicano es muy fogoso durante el celo dejando peladas
literalmente a las hembras y pensé que así tendría menos problemas con las hembras
como así ha sido. El año que viene intentaré la hibridación con el verderón, el jilguero y
el pardillo común, utilizando machos de estas especies y hembras de camachuelo
mejicano, ya que de esta manera estimo de mayor facilidad la consecución de algún
ejemplar híbrido.
Esta ha sido hasta el día de hoy mi experiencia con el camachuelo mejicano, esperando
no haber aburrido con la historia y que pueda servir a algún criador que empiece a criar
con esta especie.
Autor: José Manuel Rodríguez Benavente

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